Thursday, May 24, 2007

Ab-zurdo #107

Ab-zurdo #107

Llegué con Martina al cine. Íbamos a ver la última de Falsotto. Todo el mundo llegó con fracs y estolas, menos Martina y yo, que incluso habíamos dormido con la ropa que traíamos puesta. Una vez comenzado el filme, me levanté aullando de mi butaca, y me lancé a sobrevolar la sala.

La gente, desesperada, empezó a arrojarme objetos. Yo reía a carcajadas, reí y reí tanto que se me salían los hígados.

Fui a la Plaza Fernandel y me senté en el piso a hacer recuento del botín. Chacón, mi rémora, absorbió rápidamente mis nutrientes, y después, como siempre, se deshizo en halagos. No sé qué diablos agradece, si soy yo el que le chupa su poquita fe, pero en fin.

Seguí buscando pasta dentro de los bolsos, hasta que me topé con el de Martina. Saqué la vieja flor de naranjo, y me eché a llorar. "Perfecto", me dije desconsolado, qué bien que va la cosa.

Pero asaltó mis pensamientos la tamaña cabellera negra, lacia y limpísima, y sus besos en mi pecho. En eso, el camioncito del ayuntamiento pasó y me echó aserrín. Pero ni con eso mi testosterona se cuajó, y volvió mi maldita alegría.

Este saltimbanqui había fracasado otra vez. Me paré y alcé la voz como un alce. Pero esta vez la tribu de idiotas me sonrió. Y ante tal inmanencia, perecí para siempre. Pues ya no había más tristeza que robarles.

FIN

0 Comments:

Post a Comment

<< Home