Tuesday, May 12, 2009

Ab-zurdo #112

Ab-zurdo #112

- ¡Pero si me dijiste que esta vez no lo traerías!
- Sí lo traje, cómo te quedó el ojo.
- Eres una bestia, te valgo madre.

Me dejé caer en el sillón de terciopelo y observé en silencio al idiota de Pedro como por 3 minutos. Él sólo estaba parado frente a mí con esa sonrisa sardónica que conozco tan bien, y el paquete envuelto en periódicos entre sus manos. Despeinado y apestoso como yo.

- Ya sabes qué hacer - me dijo, y entonces tomé el paquete, que ya empezaba a gotear. Lo abrí y el puso esos ojos tan míos, de expectación y malicia. Como siempre, en finísimo portarretrato, había un fotomontaje de mi madre. Esta vez muerta, en un ataúd abierto, y mucha gente venerándola como a Evita. Blanco y negro, sabía que me emocionaba más. Dicho collage estaba empapado en vinagre, cuyo olor me inundó el cerebro. Pero mi cara sólo pudo emular la de él, como un espejo. Al escuchar la puerta cerrarse, creí que se había ido.

En la noche, a oscuras en mi habitación, no podía dormir sabiendo que el cuadro me vigilaba desde mi cómoda, como un gato diabólico que esperaba a brincar sobre mi cara para sacarme los ojos. En eso descubrí a Pedro a mi lado respirando hondamente como yo. Hicimos el amor como nunca. Y cuando amaneció, vi que en el cuadro ya no estaba mi madre, sino Pedro y yo a los ocho años, vestidos igual como gemelos que fuimos. Mi madre abrió las cortinas y me dijo: "hija, hazle el desayuno a Pedro, que ya se va a trabajar".

FIN

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