Tuesday, February 13, 2007

Ab-zurdo #104

Ab-zurdo #104

De cómo una foto te puede mantener vivo.

Ante una situación adversa, como por ejemplo, la falta de excusas, nada más conveniente que mirar esa foto. Como sabemos, las fotos no son más que una coincidencia de dos polos, y una disminución de las facultades de Dios. Por eso son tan grandes para nosotros, insectos del universo.

Esa foto provoca en ti el que te humilles pasmado sin haber siquiera olido sus colores. Dos dimensiones queriendo ser cuatro: el hipercubo del asunto calcado por tu limitada apreciación.

Nada más temible que el tema de la foto, negación de lo subjetivo y por lo tanto abominable. Pero qué dulce bestia sádica que se empeña en salvarte sin permiso.

¿Por qué? Por lo falso de la tesis sostenida en el anterior tratado (recordar cómo debe ser leído este libro), sobre cómo escoger la foto heroica, la cual nos lleva a insultar el fondo, y perdernos en la forma falsa de esos ojos amorosos. Ahí está lo valioso, en la prohibición de la verdad, flagelo de la humanidad.

Y qué decir del ruido que no cupo. Mientras más ruido se haya quedado afuera de la foto, más ecos sin traducción y más resonancia de esas palabras que se quedaron a medias. Y más te seguirás atormentando por esas manos que se posaron dulcemente sobre ti, escalando la vergüenza ridícula del temor a equivocarse.

Así entonces te volverás loco de celos hacia ti mismo, y por la infinita frialdad impronunciable de la foto, inasible y enemiga de sus propias oquedades. Escuchando sus reflejos aplastantes que te harán ser víctima de una nostalgia tan fulgurante, que te impedirá perecer.

FIN

(São Paulo, Brasil, 14 de febrero de 2007)