Friday, September 29, 2006

Ab-zurdo #95

Ya basta de ser original
quiero ser libre de mis pretensiones
quiero ser vasto, amable, común y corriente
y dejar de querer complacerte

Quisiera saber qué piensas
no solo tú, sino toda la gente
pero sólo a ti verte sin misterios
límpida y desempañada

Cómo extraño mi período oscuro
yo era feliz sin tener que pensar
pero ahora mi pierna derecha no deja de moverse
en espasmos
haciendo una grieta en mis cimientos

Quisiera que volaras por mí
o hacia mí
sin esa madeja de artilugios
que te enredan más en mi ansiedad

Te recomiendo que vuelvas
te sugiero ver mis ojos
tal vez te topes conmigo
o contigo
y seamos lo que somos

juntos

Thursday, September 14, 2006

Ab-zurdo #94

Ab-zurdo #94

Pavín era el perfecto generador de palabras erróneas. Ingenuo e inconcluso, acumulaba los postulados de la prensa rosa y respiraba las historias. Bajaba todas las noches a la taberna y se comía las colillas de cigarrillo que la gente le arrojaba. Pero si se sentía inspirado, compraba un puro Montecristo del número uno y se escarbaba con él el ombligo.

Por supuesto fue remiso del servicio militar, y ahí la choliza lo puso a fumar mota todos los días. De ahí le surgió un delirio que nos sorprendió a todos: las palabras ya no eran erróneas, sino embelesadoras y llenas de fe.

Uta, lo metimos de abogado, y él, mientras no parara el suplai de mota, convencía hasta a los más schwicks de dar los más imposibles veredictos. A huevo que seguí su causa, y sin pausas, llegamos a la cima. Pavín no sabía dónde se encontraba, ni nada, pero con su traje Boss de rayitas inspiraba terror y poder infinito.

Así que cuando llegó la quincena suprema, mi caudillo y yo bajamos al infierno, y sin titubear, el de la puerta nos dejó pasar. Al llegar a la pista, levantaron a los Azcárraga de una mesa pa que nos sentáramos Pavín y yo. Eso me llenó de una soberbia e histérica tranquilidad. Pero en eso me cayó el veinte, y Pavín cayó de su silla con cara de calaquita pelada.

Es que en el infierno no había mota.

FIN

Monday, September 04, 2006

Ab-zurdo #93

Ab-zurdo #93

Estaban una calaverita de azúcar y una de verdad platicando.

- Roberta, ¿cómo te explico que eso es un fraude?

Estaban hablando de geopolítica y sociedades secretas.

- Rutila, querida, es innegable la participación del narco en ese asunto.

En eso, llegó Justino Morales, el de Hacienda, y exclamó con una potentísima voz aguardentosa:

- A ver, a ver, cómo que fraude, ¿oí bien?

Una baladita ochentera ahogó sus gritos. Le ofrecieron una copita de jerez. Y se entretuvieron por horas, contando anécdotas graciosas. Al amanecer, ya habían empezado a intimar con Justino, que para entonces ya estaba desnudo y ebrio. En eso, llegó el mensajero, con una carta perfumada. Rutila la abrió, y comenzó a llorar amargamente.

- Tenías razón, Roberta.

Y procedió a llenar su declaración. Sin incluir los impuestos a todo el amor que le habían dado.

FIN