Ab-zurdo #103
Ab-zurdo #103
Llegué con las manos en los bolsillos a aquel abarrotado café de ese país raro, en medio de aquella ridícula y encantadora neblina. No había ningún lugar libre, así que decidí desayunar un panecillo de ahí a la vuelta. Me dormí en un parque y cuando desperté ya eran las 6 de la tarde. Volví al café y tomé la única mesa vacía que habían dejado un par de viejitos australianos. Empecé a escribir un poema para M. aunque ya no la amaba. Y en eso llegó la bendición imperfecta y pelirroja, que me despertó como me despertó aquel solo de trompeta. Parándose frente a mí y tapándome el último resquicio de sol, me dijo en un inglés atropellado si podía sentarse conmigo y ya sudando le dije que sí. Al momento empezó a resonar en mi cabeza "Night and day, you are the one". Ella leía el periódico y yo pensaba en su desaliñado refinamiento y su aroma narcotizante. Al fin había encontrado un sueño al que le podía hablar. Y le hablé, esta vez sin mesurar mis encantos, hasta que cayó la noche, y ella me regaló una carcajada bajo la luz lunar, y yo dije, te extrañé. Ella sonrió en complicidad y encendió un cigarrillo de nostalgia. Ya no supe de mí hasta que desperté a su lado, en su casita como de juguete, no supe ni cómo llegamos a aquel lugar. Me volví a abrazar a su desnudez, suspiré y decidí que era feliz.
FIN